El asedio de Logroño y posterior derrota del ejército franco – navarro por sus ciudadanos forma parte del mito romántico de la ciudad, pero también marcó el inicio de su período de mayor esplendor y el descubrimiento de sus vocaciones europeísta y cultural.
Los actos conmemorativos del quinto aniversario del asedio las pondrán de nuevo en valor.
En la parte norte de la ciudad de Logroño, muy cerca del paseo de la Florida que une los parques del Ebro y de la Ribera, se ubica el Hospital General de la Rioja. Justo allí estuvo en un tiempo el convento de San Francisco, casi enfrente del Puente de Piedra.
Un puente que desafía el paso de las aguas y de los siglos, por el que cruzan los peregrinos que siguen el Camino de Santiago. Hace quinientos años, con una actitud bien distinta, fueron las tropas francesas las que quisieron atravesarlo y hacerlo suyo, conscientes de su importancia estratégica.
Fue uno de los episodios históricos de lo que hoy se conoce como El Sitio de Logroño.
La construcción de la identidad de un lugar a menudo tiene un componente de épica bañada en romanticismo, y Logroño no iba a ser menos. De hecho, el Sitio marcó un antes y un después en el devenir de la ciudad, proyectándola hacia delante como referente económico, cultural y social.
Hasta el año 1521, Logroño había sido una pequeña población perdida en un entorno rural, escasamente habitada, pero situada en lo que entonces se consideraba tierra de frontera.
De hecho, Fernando el Católico la utilizó a modo de cuartel general en su campaña para la anexión del Reino de Navarra y la villa permaneció fiel a la corona cuando muchos se alzaron en contra de su sucesor, Carlos I, al que consideraban un rey extranjero per haber nacido en Gante.
El caso es que tanto la corona castellana como la francesa eran conscientes del gran valor que tenía la ribera sur del Ebro como cuña de acceso o defensa de la meseta, según fuera quién estudiara el mapa.
Por eso, cuando las tensiones entre ambos enemigos alcanzaron el punto culminante, el ejército francés cruzó los Pirineos con el ánimo de desestabilizar a aquel emperador del Sacro Imperio Germánico que cada vez parecía más y más poderoso.
Hondarribia y Pamplona cayeron por el camino y, el 25 de mayo, los invasores se plantaron a las puertas de Logroño. Lejos de asustarse, en un Concejo Abierto, sus habitantes decidieron de común acuerdo hacer frente al enemigo. Fue el momento de toma de conciencia de Logroño como ciudad, como unidad de futuro.
Es dudoso que aquellos esforzados logroñeses fueran conscientes de lo que supondría aquella batalla en los años por venir, pero aquel acto de cohesión como pueblo no sólo les permitió ganar, sino que acabó redundando en un desarrollo urbanístico que de algún modo se inició por motivos prácticos con la construcción del Cubo del Revellín tras la contienda.
La expansión y el poderío de aquella ciudad vencedora todavía se evidencia en los muchos edificios renacentistas del casco urbano, un gusto por la arquitectura y las nuevas tendencias que caló hondo en el carácter local, tal y como confirman edificios contemporáneos como el ayuntamiento concebido por Rafael Moneo o el atrevido de diseño de las bodegas que rodean el municipio.
Y por cierto que, como parte del asedio, los franceses desceparon las vides de la capital riojana, dejando testimonio de paso de que la producción de vino ya formaba parte de su forma de ser y vivir.
Hoy como ayer, Logroño sigue siendo encrucijada de caminos económicos y culturales. Y no sólo porque por ella pasa el Camino de Santiago – de mayor importancia aún este año Xacobeo –, sino también por su vinculación con la Red de Cooperación de las Rutas Europeas de Carlos V.
Declarada Itinerario Cultural del Consejo de Europa, esta red reafirma sin duda la voluntad cosmopolita de la ciudad, la misma que sin duda animará los distintos eventos lúdicos y culturales que compondrán los actos conmemorativos del V Centenario del Sitio de Logroño de 2021.
Y todo ello sin olvidar las tradiciones, como las fiestas patronales de San Bernabé, al que se juró voto el 11 de junio de 1521, iniciando así el ciclo de conmemoraciones del mito fundacional de la ciudad que este año ha de brillar de un modo especial.