La oferta comercial de Logroño no tiene nada que envidiar a la de otras grandes ciudades, con el valor añadido de conservar una serie de tiendas centenarias – muchas veces de corte familiar – que mantienen la actividad resistiendo los envites del tiempo y de la historia.
Dar un buen paseo en su busca constituye una forma auténtica y distinta de conocer otra de las muchas caras de la capital de la Rioja.
Nuestro vocabulario comercial se ha ido llenando con el tiempo de extranjerismos, de “palabros” que, como indica el Diccionario de la Lengua Española, es el término coloquial que usamos para referirnos a una palabra rara o mal dicha. Por ejemplo, mientras unos celebran la festividad de Todos los Santos, hay quien sólo habla de Halloween.
Y en cuanto al mundo del comercio, tan sufrido en los últimos tiempos por culpa de las circunstancias, nos encontramos con que antes de Navidad llega el Black Friday, un término importado de Estados Unidos y que en los años 60 describía el caos de tráfico que se producía en las calles de Filadelfia por las rebajas posteriores al día de Acción de Gracias.
De ahí pasó al sector de la venta online y prácticamente a todo lo que sea una promoción previa a las festividades navideñas…
Por suerte, después de haber superado guerras, crisis económicas y pandemias, en calles como las de Logroño aún podemos encontrar la autenticidad en un puñado de tiendas centenarias que no sólo desafían el paso del tiempo, sino también de las modas.
Son aquellos lugares que forman parte de nuestro paisaje cotidiano, de nuestro ir y venir de cada día, a los que quizá no prestamos mucha atención por la fuerza de la costumbre, porque siempre han estado ahí.
Para empezar, recordemos la sombrerería Dulín en la calle Portales, un lugar donde parece que se detiene el tiempo y donde aún conservan las hormas personalizadas de clientes a los que se había tomado las medidas para que el tocado les sentara siempre a las mil maravillas.
Ahí está también la confitería La mariposa de oro, siempre dispuesta a servir sus excelentes milhojas y canutillos, al decir de muchos, los mejores del mundo.
Sombrerería Dulín.
Y siempre en Portales, librerías como Cerezo o Castroviejo nos ofrecen todo un mundo de evasión en los volúmenes que dispone a la venta como siempre se ha hecho, con sus atractivas portadas dispuestas sobre mesas o veladores, alineadas por orden alfabético, de autor o de tema…
Como dicen los auténticos aficionados a la lectura, el olor de las páginas encuadernadas da ganas de sumergirse en el tema.
Debemos sumar a la lista de librerías la Santos Ochoa de Calvo Sotelo, pero también presente en la Gran Vía o en el Parque Rioja, el gran centro comercial suroeste ciudad, si bien las últimas se prestan a un concepto más amplio, en el que cabe la venta de material de escritura y otros muchos complementos.
La de Calvo Sotelo, por cierto, forma parte del Paseo de las Cien Tiendas, una iniciativa activa de hace unos años y en la que se asocian varios comercios para unir una agradable zona peatonal con una serie de actividades programadas coincidiendo con fechas señaladas como el momento de la vendimia, la Navidad o San Bernabé, contribuyendo a animar las calles y el consumo de una forma lúdica y sana.
Porque son los negocios de proximidad los que nos acercan al consumo consciente y nos brindan la excusa para encontrarnos con nuestros vecinos.
No nos olvidamos tampoco en este repaso de la Cerrajería Mediavilla, dispuesta hoy como ayer a ayudarnos a abrir o cerrar cualquier puerta, si bien en sus principios también se dedicaba a reparar la maquinaria agrícola, siempre de primera necesidad en el entorno riojano; en aquella época, el fundador ofrecía sus servicios en los alrededores de la plaza de Abastos, donde venían a buscarlo las gentes del campo con sus aperos.
Hoy los encontramos en la Avenida Colón, pero también en Hermanos Moroy, otra calle del casco antiguo que se distingue por la abundancia de negocios relacionados con la moda y complementos femeninos.
En el entorno de San Juan y el Mercado de Abastos, no sólo la calle hermanos Moroy, sino también Capitán Gallarza, Marqués de Vallejo, El Peso y otras tantas definen un entorno en el que es posible satisfacer cualquier necesidad o capricho: cestas, flores, grabados, pasteles…
Por ejemplo, si buscamos artículos de hogar con un toque creativo, en Marta Berra Design Studio los encontraremos, así como originales piezas de joyería en cerámica.
No muy lejos y casi al lado de la plaza del Parlamento, la Plazuela de Barriocepo también nos permitirá comprar artesanía en cerámica e, incluso, recibir clases de tan bello oficio artesanal.
La piel toma el relevo a la arcilla en la calle Sagasta, concretamente en la tienda Botas Rioja, donde se siguen haciendo los pellejos con pez, como en los viejos tiempos, rescatando un oficio que en lo básico se mantiene inmutable.
En cambio, si queremos subir el nivel de nuestras joyas y pasar de la humilde cerámica a las gemas, en Álvaro Asunción Diseño encontraremos lo que deseamos, ya saliendo del casco antiguo para acercarnos a la Plaza 1º de Mayo.
Las tentaciones son muchas en los comercios de Logroño, pero en una tierra vinculado con la agricultura y la cultura del vino, no podemos dejar de lado el Mercado de San Blas, que siempre nos va a ofrecer el producto justo, fresco y de calidad.
Allí se exhiben de la mejor manera pescados, hortalizas, frutos secos, especias o chacinas. Y es que, a fin de cuentas, las compras que más se disfrutan son las que se comparten en la mesa y con amigos.
En este sentido, Logroño tiene mucho que ofrecer a un público cada vez más refinado y exquisito y del cual es fiel reflejo el aumento de enotecas y de tiendas dedicadas a la venta de productos gourmet.
Aquí la lista se eterniza, pero podemos citar entre las vinotecas más añejas Vinos El Peso o la Universal de Vinos, ambas muy céntricas, y algunas de apertura relativamente más reciente como la Vinoteca Larría, SoloRioja, Enoteca Murillo o Viura Negra. También encontraremos vinos y un sinfín de “delicatesen” en La Luci, de vuelta en calle Portales.
La lista de propuestas es larga, sí, pero debería serlo aún mucho más en una ciudad que ya hace unos años fue distinguida como Primera Ciudad Comercial de España. Pero, a fin de cuentas, la mejor recomendación es la que se hace uno mismo después de ver y probar, así que ¡mejor nos acercamos a Logroño y nos damos un buen paseo descubriendo su amplia oferta comercial!