El vino es capital
Logroño como Enópolis es un proyecto que empieza a andar con la intención de convertir la capital de La Rioja en catalizador de las energías de la región, aunando enoturismo, atractivo cultural y natural para posicionarse como destino imprescindible ante un público deseoso de volver a viajar.
Imaginemos que una pareja de amigos entendidos en vinos nos pidiera consejo para realizar un viaje o una escapada a un destino donde pudiera disfrutar de su pasión, pero también de actividades culturales de nivel, buenos paseos e, incluso, de una tarde de compras.
Seguro que nos pasaría por la mente recomendarles una visita a Burdeos, o tal vez Dijon, en la Borgoña. Quizá Siena y Florencia, en la Toscana del Chianti Clasico, o incluso San Gimignano si prefieren el blanco que se elabora con la uva Vernaccia.
Si el tiempo no es un problema, se nos podría llegar a ocurrir alguna propuesta relacionada con Napa Valley en Estados Unidos, Australia o Chile. Y… ¿por qué no Logroño? A fin de cuentas, parece que el marqués de Murrieta fue quien trajo las técnicas bordelesas de elaboración del vino a La Rioja, así que tenemos hasta excusa histórica.
Además, al ser punto de encuentro del Camino de Santiago francés, el Camino Jacobeo del Ebro y el Camino Ignaciano, la ciudad ha desarrollado un carácter hospitalario, de aquellos que no se improvisan.
Y es que, sin duda, la capital de La Rioja vive la enología en primera persona, de forma cotidiana, natural. Pero a veces, no resulta tan evidente para el visitante de paso, más allá de la posibilidad de tomarse un crianza o un reserva junto con sus pinchos.
Por eso, en estos tiempos en los que hemos redescubierto la necesidad de disfrutar de los espacios abiertos y de las actividades respetuosas con el medio ambiente, basta con darse un paseo por las afueras para para que la revelación tenga lugar: aprovechando que Google ha integrado en sus mapas las vías verdes de España, aquellos antiguos caminos ferroviarios en desuso que ahora son senderos para la caminata o el ciclismo, tomemos la Vía del Cortijo, un camino que no sólo ofrece grandes panorámicas del Ebro o de la sierra de Cantabria, sino también de los viñedos que rodean la ciudad.
La cosa no puede estar más clara: Logroño es una Enópolis. Pero ¿qué quiere decir Enópolis exactamente? Pues muchas cosas.
Lo mismo que las palabras que componen la frase “cultura del vino” significan algo que va mucho más allá de una simple cata de vinos, ser una Enópolis quiere decir que Logroño es una ciudad que vive por y para el vino, pero sobretodo, donde esta bebida se convierte en el eje que vertebra la oferta turística, patrimonial, la enseñanza especializada en la materia o, incluso, el reto de convertirse en una ciudad inteligente.
Convertirse en una Enópolis consiste por tanto en superar la visión del sector vitivinícola tradicional, muy vinculada a la producción agraria e industrial, y contemplar elementos sociales y culturales que permitan dibujar una oferta turística atractiva y tan llena de color como un rayo de luz que se convierte en iris al atravesar el fino cristal de una copa.
Logroño como Enópolis es también un proyecto estratégico que se irá concretando a través de múltiples acciones y actividades, ayudando poco a poco a posicionarse como un destino turístico con mayúsculas, no sólo enológico.
Más de uno se habrá sorprendido en algún momento al escuchar en la mesa de al lado o al otro lado de la barra voces que conversan en inglés, en francés o en cualquier otro idioma… y no necesariamente en fin de semana o en verano.
Casi de forma natural, Logroño se ha convertido en un atractivo de primer orden para el turista español, pero también para el extranjero, que muchas veces visita luego otros lugares de La Rioja. Una Enópolis es, por lo tanto, imán, pero también emisor.
Porque desde su concepción, este plan aspira a ser integrador, a buscar la colaboración y a crear sinergias con el entorno para ofrecer la mejor y más completa experiencia al visitante. Y, por qué no, también para aquel que decida que Logroño es su lugar en el mundo. ¿O acaso no se vive bien en esta ciudad?
Así que, la próxima vez que aquellos amigos viajeros y enoturistas no sepan a dónde ir, seguro que tendremos muy claro el destino que les vamos a proponer.