Estrellas Michelín
Hablar de restauración en Logroño es un acto tan espontáneo como el comer. Tanta es la cantidad y la calidad de la oferta de la capital riojana.
Porque en Logroño hay restaurantes de cuchara en ristre, donde la tradición y un buen plato de caparrones es lo mínimo que se espera llegue a la mesa para reparar cuerpo y espíritu; también encontramos establecimientos donde el toque contemporáneo busca sorprender al comensal; y, finalmente, aún nos queda la bodega que quiso ser restaurante y que acabó teniendo un pie en cada mundo.
La elección entre tantos mesones y asadores es siempre complicada, aunque en el caso de la capital riojana la garantía de acierto se da por descontada escojamos lo que escojamos.
Pero por aquello del prestigio que aporta el brillo de la estrella Michelin, no podemos dejar de recordar que en Logroño también encontraremos tres establecimientos instalados sólidamente en el firmamento culinario.
Por un lado, el Íkaro, donde los cocineros Iñaki Murúa y Carolina Sánchez exhiben todo lo que aprendió el primero en el Azurmendi de Larrabetzu, la segunda en el Central de Lima y en el Celler de Can Roca de Girona, y ambos, en el muy reputado Basque Culinary Center. De su cocina de fusión vasco – riojano – ecuatoriana surgen platos tan excelsos como el cardo a la carbonara con tuétano vegetal encurtido.
Y sin dejar el argumento exótico, otro local logroñés distinguido por la guía francesa es el Kiro Sushi, nombre que nos informa de que esta estrella va a ser de Oriente.
En efecto, esta es una barra de comida japonesa con espacio para tan sólo diez comensales, sobre la que pone orden e impecables niguiri el cocinero Félix Jiménez. La crítica lo distingue como uno de los mejores restaurantes nipones de toda España.
El último en incoporarse al firmamento de estrellas logroñés ha sido el resturante Ajo Negro, regentado por Mariana Sánchez y Gonzalo Baquedano que unen las culturas mexicana y española para ofrecer exquisitos platos hechos con un gran respeto por el producto de temporada.