Murallas y Cubo del Revellín
Las Murallas del Revellín son los restos de las fortificaciones que tuvo la ciudad de Logroño, de las que se conservan el Cubo del Revellín (torreón ubicado en la esquina noroccidental del recinto) y la puerta que da al oeste.
El Cubo del Revellín revela un cilindro superior donde se encontraban las troneras para los cañones, albergando los visores para los tiradores. En la parte inferior se hallaba un polvorín donde se almacenaban las municiones y los cañones.
Su tipología es la de un cubo artillero, articulado alrededor de una triple plataforma formada por la combinación de un adarve y dos galerías de tiro con troneras, la superior sin techumbre permanente y la inferior bajo bóveda plana, destinadas ambas a hostigar a los asaltantes del foso.
Sus instalaciones se complementaban con la adyacente Casa de la Artillería, el edificio donde se almacenaban municiones y pertrechos militares de toda índole. El Cubo y su entorno constituyen sin ninguna duda los sectores mejor conservados de las murallas del Logroño del siglo XVI.
Por su cronología y sus características, el Cubo entra de lleno en lo que se denomina “fortificación de transición”, es decir, la fase que media entre los modos arquitectónicos medievales y las construcciones a la moderna, adaptadas ya a los escenarios de la guerra con armas de fuego y artillería pesada.
Puerta del Revellín
La Puerta del Camino (denominación que aparece en antiguos documentos al hacer referencia a la actual Puerta del Revellín) por el Camino de Santiago, (también es conocida con los nombres de “Puerta de Carlos V” y “Puerta Nueva”) se trata de una obra posterior a la muralla, siendo terminada hacia 1524, seguramente construida al mismo tiempo que los puentes que cruzan el foso, hasta ahora ocultos.
Sobre la puerta se puede contemplar el águila bicéfala de Carlos I de España junto a dos escudos de Logroño con las tres flores de lis concedidas por el monarca a la ciudad en 1523, por la defensa del asedio de las tropas francesas dos años antes.
En cuanto a la historia de Logroño, esta constituía la principal plaza fuerte castellana en la frontera con Navarra, produciéndose el proceso más importante de fortificación de la ciudad entre 1498 y 1540, reforzándose la antigua muralla medieval, pero no fue hasta el asedio de los franceses de 1521 cuando se impulsaron las obras de mejora, ampliando la muralla y el foso que la rodeaba y construyendo el Cubo del Revellín.
Este fue construido entre los años 1522 y 1524 bajo la dirección del maestro cantero Lope de Insturizaga y financiado a través de la exención de determinados impuestos por el emperador Carlos I, quien recompensaría de esta manera la resistencia ofrecida por los logroñeses ante el asalto del ejército franconavarro en 1521.
Así, durante las fiestas de San Bernabé, la cofradía del Pez obsequia a los ciudadanos con una ración de peces, recordando el sitio al que estuvo sometido Logroño por el ejército francés en el año 1521 y que aguantaron los habitantes alimentándose con peces del río Ebro.
A partir de la segunda mitad del siglo XVI fue perdiéndose la importancia de la defensa de la ciudad, lo que hizo que el deterioro de las murallas fuese evidente. Se construyeron edificios particulares adosados a la misma, lo cual no impidió que se conservaran los restos actuales.
La insólita preservación del Cubo y de la Puerta del Camino no solo es la consecuencia de su solidez constructiva, muy superior a la del resto del antiguo recinto fortificado, sino que está relacionada con los factores que guiaron el desarrollo urbanístico de la ciudad en el siglo XIX.
Información y reservas. En la oficina de Turismo de Logroño-La Rioja, en C/ Portales 50. Tel. 941 29 12 60