Calado Colegio de Ingenieros

Las calles más antiguas de la ciudad, siguen conservando muchos de sus antiguos calados, como el de la sede del Colegio Oficial de Ingenieros Industriales de Aragón y La Rioja (COAR), con su famoso pozo del que el edificio toma su sobrenombre: la Casa del Pozo.

Este edificio, con sus quinientos años de historia, ha sido testigo de las vidas de los logroñeses desde sus muchas vidas como palacio, corral, bodega, obrador de pan, fragua, convento, almacén de telas, tintorería, escuela, comunidad de vecinos…

En 1587 fue encargada su construcción por Alonso de Viñaspre, rica familia logroñesa de la época, y en el siglo XIX el arquitecto Maximiano Hijón le dio su aspecto actual.

En 2021 ha sido anunciada la próxima restauración de su fachada y palomar, desde el que se divisa una espectacular panorámica del Casco Antiguo de Logroño.

Disfruta del vídeo realizado por COAR: «Érase una vez… un Edificio con más de 500 años de Historia».

Calados y tuferas

Los calados: algunas viviendas disponían bajo el nivel del suelo de una construcción de piedra de sillería, como la que componen las iglesias y las catedrales, con una bóveda de medio cañón también construida con sillares. En ella la familia descargaba la uva y la dejaba fermentar en el lagar, una especie de depósito generalmente de piedra.

Cuando recorras la Ruavieja, Barriocepo u otras calles del Casco Antiguo fíjate en una especie de respiraderos que los muros de piedra tienen a la altura del suelo. Los llamamos tuferas.

Cuando el vino fermentaba en el lagar, por lo que se conoce como maceración carbónica o tumultuosa, producía un gran aumento de temperatura y se desprendía monóxido de carbono.

Este gas podía ocasionar un peligroso accidente laboral, lo que en La Rioja se conoce como muerte dulce: envenenamiento por asfixia que causa el tufo sin ninguna señal de alarma previa, provocando el desmayo del artesano en bodega. De ahí la importancia de los respiraderos de ventilación o tuferas